De repente se fue haciendo noche y al cabo de un ratito era noche de veras y caía algo así como barro del cielo. Me acuerdo perfecto de ese día. Imborrable para mí y para todos los que vivimos por esta zona. Fueron momentos tremendos porque lo último que esperábamos conocer era cómo eran las cosas cuando un volcán entraba en erupción. Luz cortada, el agua que escaseaba (varios descubrieron ahí mismo la función de los buzos), pisar barro todo el tiempo por meses, que hubiera ese polvillo horrible por todos lados y aún hoy se ve una capa de ceniza volcánica cuando en cualquier lugar hacés un pocito en la tierra. Fueron días horribles donde también se hicieron ver las mezquindades humanas, la falta de previsiones, la falta de empatía, responsabilidad y compromiso de los funcionarios de casi todos los niveles cercanos y, claro, la solidaridad entre vecinos. Incorporamos palabras nuevas a nuestro vocabulario: Sernageomín, Caulle, cordón Caulle - Puyehue (ahora no recuerdo otras pero que las hay, las hay). Quisiera, si, que este recuerdo torpe y necesariamente recortado sirviera para que quienes detentan algún tipo de función pública tengan en cuenta que a algo así no lo detenemos con nada y que se necesita conocimiento, equipamiento y previsibilidad, producto del trabajo previo, para resguardar a los pueblos ante catástrofes naturales. Bastante mas que un par de botellitas de agua (aunque también sean necesarias)   Roberto Szmulewicz